sábado, 23 de marzo de 2013

A veces... sólo aveces....




" Vuelvo al espejo para verme. Estoy seria; no sonrío. Tengo el rostro misteriosamente cerrado. Sufro. Enferma de amor, enferma de ensoñaciones, sueño con mi deseo. Tengo ya treinta y seis años, mañana tendré cuarenta y ocho, y un amañado paralelogramo comienza a formárseme y a enmarcarme el espacio que hay entre la nariz y la boca. Tengo los rasgos muy marcados- viviré años y más años antes que mis rasgos desaparezcan del espejo. Soy la Chica de Color Ocre que llevo en el bolsillo de la blusa. Apesto, hiedo a mi propia historia. Si, en este preciso instante, pudiera disolverme en una solución química, como una góndola, salpicada y bañada de plata mojada, ¿ bastaría el espejo para apresarme y fijarme, como una placa fotográfica ? Veo los ojos de Sam, llenos, pálidos, moteados de civilizaciones antiguas y furiosas, de los cuales salen centellas de odio hacia su mujer. Tropiezo con el dobladillo de mi larga falda de monja. Pese a todo, cojo al vuelo la cámara- mi embajador del deseo, mi casa secreta con su única puerta, mi casta apertura, mi niño muerto, esposo de mi vientre. Sus cabezas, clara la de ella y negra la de él, negativos la una de la otra, aparecen una junto a la otra en el espejo del dormitorio de la hija. Disparo sobre sus cabezas, el arpa blanca allá al fondo. Ahora están expuestos. Ahora estarán juntos para siempre..."




Cynthia Ozick.

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