miércoles, 26 de diciembre de 2012

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 "Nos habíamos distanciado él y yo. Un distanciamiento no significa gran cosa, aunque resulte definitivo, a lo sumo una manera de convivir...Eso no me impedía pensar en él, sentir su mirada fija sobre la página del libro o del diario que leía y preguntarme: ¿Qué dirá él de esto? ¿Qué diría de esto ahora?"


Jean-Paul Sartre refiriéndose a Albert Camus



domingo, 23 de diciembre de 2012

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Qué fácil callar,
ser serena
y objetiva
 con los seres que no me interesan verdaderamente,
a cuyo amor o amistad no aspiro.
Soy entonces
calma,
cautelosa,
perfecta dueña de mí misma.


Pero con los poquísimos seres que me interesan… Allí está la cuestión absurda:
soy una convulsión.

De allí proviene mi imposibilidad absoluta para sustentar mi amistad con alguien mediante una comunicación profunda y armoniosa.

Tanto me doy,
 me fatigo,
 me arrastro
y me desgasto que no veo que instante de liberarme de esa prisión tan querida.

 Y si no llega mi propio cansancio, llega el del otro,
hastiado ya de tanta exaltación
y presunta genialidad,
y se va en busca de alguien que es como soy yo con la gente que no me interesa.
Alejandra Pizarnik. (Diarios)

jueves, 20 de diciembre de 2012

lunes, 10 de diciembre de 2012

Stephen King



Las cosas más importantes son siempre las más difíciles de contar. Al formular de manera verbal algo que mentalmente nos parecía ilimitado, lo reducimos a tamaño natural. Todo aquello que consideramos más importante está siempre demasiado cerca de nuestros sentimientos y deseos más recónditos. Y a veces hacemos revelaciones de este tipo y nos encontramos con la mirada extrañada de gente que no entiende nada en absoluto de lo que hemos contado, ni por qué nos puede parecer tan importante. Creo que eso es precisamente lo peor, que el secreto lo siga siendo, no por falta de un narrador sino por falta de un oyente comprensivo.”
Stephen King

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Aprendí ?... naaaaa. nunca se termina de aprender...


Aprendí de la
nostalgia....la parte más oscura del camino,
cuando la luz es un vuelo cegador
que no permite pasos firmes,
ni huellas hundidas para dar de beber
a la fiera que camina tras cualquier errante.
Aprendí:
la palabra es el suceso,
la circunferencia,
el átomo que respira tras la tinta en el papel.
Aprendí a creer no sólo en lo sensorial y evidente
la poesía es lo que está dentro del guante,
el pabilo sumergido
una y otra vez en la parafina
para luego abrirse en luz 
en una casa de bajareque,
en pleno noviembre, en plena madrugada.
Aprendí a asumir
un tembloroso no en los dedos,
a entender lo lúcido del miedo
cuando la enfermedad llega a la cama de la madre.
Aprendí, que no he de aprender a decir adiós
y mucho menos
cuando se trata de esos huidizos poemas
que delibero y nunca he de escribir.
Aprendí a no llamarme poeta en el primer encuentro,
a ser atinada con los seres
que de antemano sospecho comenzaré a amar,
aunque no sepa hablar de amor
y tampoco quiera aprenderlo.
Aprendí que la intimidad no existe,
las ideas novedosas son el principio
o el final del diálogo entre los transeúntes
que rozan tu hombro en medio del camino.
No hay nada nuevo en este mundo
y eso debo aprenderlo
porque aunque sé,
que cada individuo es un evento irrepetible,
el ser es como una mancha en el techo
al que se le hallará todo tipo de formas.



Mayra Oyuela

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