domingo, 23 de noviembre de 2014

agradezco mis sentidos....



Nadie te ha dado nada, tú lo sabes.
Y lo entiendes mejor cada mañana
cuando abres tu vacío a los primeros
rayos del sol. Entonces agradeces
tener por toda herencia tus sentidos
para ese instante alado de gorriones
que te hace despertar, para ese aroma
florido de la brisa más temprana.
Y lo entiendes mejor. Sabes que el tiempo
acabará con toda pertenencia,
con todo lo que aún no se posee,
y hasta con esas luces que te inundan
de su clara verdad. Nadie te ha dado
más que órdenes, leyes y consejos
a seguir, por las buenas o las malas;
tristezas en la noche, frases hechas,
remedios inservibles contra el frío
y un poco de otras muchas vanidades.
Pero tú lo agradeces. Así nunca
tendrás que devolver ciento por uno
de tales donaciones. Y lo entiendes
mejor cuando te acuerdas de ese día
en que habrás de partir, dejando sólo
unos versos escritos como ejemplo
de tu digna pobreza. Nadie cumple
más deseos por ir con su abundancia
sobre los hombros, por tener sus bienes
a salvo de un fracaso inoportuno.
Por eso, vive en paz con tu vacío,
con la luz matinal, con este aroma
de soledad en flor, con el silencio
que igual que tú, sin nadie, fructifica.






María Sanz

lunes, 17 de noviembre de 2014

A veces... sólo aveces... muchas veces... aveces. solo a veces.



A veces no entro a tiempo en las horas
ni con buen pie,
y algo de mí se tambalea,
desentonado,
más acá o más allá
de lo real lejano.
                           Porque me quedo lejos,
vengo de lejos —sin saberlo—.
                                        Lo que ata
mi atención a otro lado
no es lo que podría llamarse una memoria.
Más se parece a una raíz:
a la raíz de una memoria encadenada,
con musgo,
tras una puerta sin pestillo,
ni aldaba, ni umbrosa cerradura;
una raíz que impide
lo que de mí se espera en una hora;
una raíz a la que nunca deberé preguntar
sino saltarla
porque el tejido de sus sendas tiene enigmas profundos,
y el tiempo que sujeta mi muñeca
es testimonio
de un compromiso breve, pero cierto.







Julia Uceda Valiente

,




Me levanté
a beber un vaso de agua 
Y allí,
 a las tres de la madrugada,
con la vista clavada en el suelo 
y el sonido de la nevera
como música de fondo,
sólo Dios sabrá por qué
decidí hacer balance de mi vida.
Tuve suerte: el sueño 
llegó enseguida.

Karmelo Iribarren


miércoles, 12 de noviembre de 2014

DEBO ENTRAR EN EL SILENCIO...?



No quiero educar a mis dedos... no me interesa dosificar mis palabras... pintar lo que escribo, o lo que digo... no me gusta el color rosa. y ME GUSTA ESCRIBIR EN MAYÚSCULAS, cuando escribo a mano, y no significa que esté alterada... gritando... mis letras no van afiladas, no van dentro de un caballo de troya, son inofensivas, sin dolo, sin maldad. Es fácil caminar por la orilla del abismo, pero no un lugar para habitar. regresar al inicio, dejar atrás, o brincar. detesto la idea de que me manden al rincón viendo la pared. no tengo cinco, ni doce. y soy mala para el debate, mucho más para defenderme cuando no he tenido nada de que defenderme. mis acciones y mi conciencia hablan por mi. Pero... es mejor entrar al silencio y aprender el lenguaje de señas, donde lo primero que querré aprender es a levantar el dedo de enmedio.... 



No sé en qué idioma me hablan.
Qué significa: si te parece paso.
Qué quiere decir: hay un café muy cerca.
En casos así,
tengo la pereza de un hipopótamo,
no me interesa averiguar y
entro en el silencio
como en un vestido.

Mi obsesión son las cosas por su nombre.




Si antes me gustaba, después de esta entrevista más...


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