sábado, 5 de enero de 2013

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Autoestima e identidad. Narcisismo y valores sociales
Si no fuera historia verdadera, verdadera historia, se podría pensar: no es más que la belleza de una metáfora exacta. En el sentido de que tal vez, siempre, y para todos, leer no es otra cosa que mirar fijamente un punto para no ser seducidos, y destruidos, por el incontrolable deslizarse del mundo. No se leería, nada, si no fuera por miedo. O para aplazar la tentación de un incontrolable deseo al que, se sabe, no sabremos resistirnos. Se lee para no levantar la mirada hacia la ventanilla, ésa es la verdad. Un libro abierto siempre es el certificado de la presencia de un infame —los ojos clavados en aquellas líneas para no dejarse robar la mirada por el ardor del mundo —las palabras que una a una comprimen el fragor del mundo en un embudo opaco hasta hacerlo gotear en pequeñas formas de cristal que se llaman libros —la forma más refinada de batirse en retirada, ésa es la verdad. Una porquería. Pero: dulcísima.

Alessandro Baricco
Tierras de cristal

jueves, 3 de enero de 2013

Rhoda... que rhode la rhoda..

 
Rhoda
 
 

(la escena se da en un restaurant en donde se van a juntar los seis protagonistas de la novela The Waves luego de un tiempo de no verse. Rhoda es la última en llegar)


Si yo pudiera creer, dijo Rhoda, que hay que envejecer buscando y cambiando, debería liberarme de mi miedo: nada persiste. Un momento no lleva a otro. La puerta se abre y el tigre pega el salto. Ustedes no me vieron llegar. Di una vuelta alrededor de las sillas para evitar el horror del salto. Tengo miedo de todos ustedes. Le tengo miedo al choque de la sensación que salta encima mío porque no puedo manejarlo como ustedes lo hacen – no puedo hacer que un momento se una al siguiente. Para mí cada uno es violento; cada uno está separado; y si caigo bajo el choque del salto del momento ustedes van a estar encima mío, deshaciéndome a pedazos. No hay ninguna meta o final a la vista. No sé como ir minuto a minuto ni de hora en hora, ni resolverlos gracias a alguna fuerza natural hasta que formen esa total e indivisible masa que ustedes llaman vida. Porque tienen una meta a la vista: ¿una persona junto a quien sentarse, una idea, su propia belleza? No lo sé, sus días y horas pasan como las ramas de los árboles del bosque y el suave verde del bosque se sube a un perro de caza que corre persiguiendo un aroma. Pero no hay ni un solo aroma ni un solo cuerpo para que yo lo siga. Y no tengo un rostro. Soy como la espuma que se desliza sobre la playa o la luz de la luna que cae como flechas ahora sobre una latita, ahora sobre la espina de una planta, o en un hueso o en un bote medio comido. Soy llevada hasta las cavernas, me agito como una hoja contra corredores interminables y debo presionar mi mano contra la pared para descorrerme.
Pero como por sobre todas las cosas quiero tener un alojamiento, pretendo, mientras subo las escaleras poniéndome detrás de Jenny y Susan, que tengo una meta a la vista. Me subo las medias tal como ellas se las suben. Espero que ustedes hablen y luego hablo como ustedes. Soy llevada por Londres hasta un punto particular, un lugar particular, no para verte a vos o a vos o a vos, sino para encender mi fuego en esta hoguera general que ustedes encienden, ustedes que viven completamente, sin divisiones, sin que les importe.



de la novela Las Olas

martes, 1 de enero de 2013

el arte de esperar puede consistir en continuar con lo que sigue.


El verdadero mérito de muchas acciones consiste en saber esperar.

Saber esperar es, en muchos casos, uno de los grandes méritos 
de ser hombre.

Es preciso especializarse en esperar

un turno, 
un día, 
una escena, 
el momento.

Entretanto, esperar.

La gente pasa.

Es preciso seguir esperando.

El pensamiento persigue a la voz que atravesó la tarde
o al sonido de unos pasos que se acercan, 
se paran, 
vacilan 
y, por fin, se pierden. 

En la espera se sueña, 
se alargan amores, 
se manosean recuerdos.

Una historia progresa a fuerza de desechar posibilidades
que juntas
serían otra historia.

Es posible vivir todas las posibilidades 
mientras se espera
lo único posible.

El tiempo pasa.

El verdadero mérito de muchas acciones consiste en saber esperar.


Mi voz está en su sitio
el corazón sabe algo más porque me duele

por eso digo:
terrible oficio
es repartir equivocadamente los abrazos
y que el alma viva entre perros hambrientos

uno de mis errores
fue creer que todos éramos hermanos

y ahora
no se le puede cambiar el horizonte a la nostalgia
hay que olvidarse de las viejas sonrisas
y andar con el dolor a cuestas
para que sirva definitivamente

nunca dije
mi lágrima fue grande
sufrí
no me quisieron

cada uno conoce su dolor
y sabe de qué manera hablarle a la desgracia

que venga la vida y me golpee
de nada vale cerrar los ojos

un hombre dormido
es un dolor que descansa

es duro el amor cuando se niega
un día sin embargo recuesta sus abrazos
apoya su misterio en mi cabeza
y me lleva a vivir al primer piso de un incendio

no comparo
simplemente doy mi fruto
y espero

la semilla más humilde
puede brotar el fuego o la hermosura

si estoy acorralado entre dos besos
decido acurrucarme al pie de mi corazón
y sueño

soy triste hasta los zapatos

a la hora del té
mi alegría se sienta y llora conmigo

pero sostengo que un día
aunque el amor sea el hermano implacable de la lluvia
de mi casa a tus ojos
no habrá naufragios.


Roberto Jorge Santoro

Puede que...

Puede ser que una vez/ en un desvelo
descubramos que el mundo es una fiesta
y encontremos al fin
esa respuesta que desde siempre
nos esconde el cielo

puede ser que una noche / en algún vuelo
ganemos sin querer alguna apuesta
y advirtamos que un alma está dispuesta
a servirnos de paz y de consuelo

puede ser que el transcurso de los años
nos vaya proponiendo otra corriente
dejándonos con suerte y sin extraños
y aunque en la piel nos queden cicatrices
desde el viejo pasado hasta el presente
puede ser que logremos ser felices.
Mario Benedetti

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Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Instrucciones para subir una escalera
Julio Cortázar

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Y es así cómo los que nos iluminan son los ciegos.
Así es como alguien, sin saberlo, llega a mostrarte irrefutablemente un camino que por su parte sería incapaz de seguir. La Maga no sabrá nunca cómo su dedo apuntaba hacia la fina raya que triza el espejo, hasta qué punto ciertos silencios, ciertas atenciones absurdas, ciertas carreras de ciempiés deslumbrado eran el santo y seña para mi bien plantado estar en mí mismo, que no era estar en ninguna parte. En fin, eso de la fina raya... Si quieres ser feliz como me dices / No poetices, Horacio, no poetices. 


Visto objetivamente: Ella era incapaz de mostrarme nada dentro de mi terreno, incluso en el suyo giraba desconcertada, tanteando, manoteando. Un murciélago frenético, el dibujo de la mosca en el aire de la habitación. De pronto, para mí sentado ahí mirándola, un indicio, un barrunto. Sin que ella lo supiera, la razón de sus lágrimas o el orden de sus compras o su manera de freír las papas eran signos.


Morelli hablaba de algo así cuando escribía: "Lectura de Heisenberg hasta mediodía, anotaciones, fichas. El niño de la portera me trae el correo, y hablamos de un modelo de avión que está armando en la cocina de su casa. Mientras me cuenta da dos saltitos sobre el pie izquierdo, tres sobre el derecho, dos sobre el izquierdo Le pregunto por qué dos y tres, y no dos y dos o tres y tres. Me mira sorprendido, no comprende.Sensación de que Heisenberg y yo estamos del otro lado de un territorio, mientras que el niño sigue todavía a caballo, con un pie en cada uno, sin saberlo, y que pronto no estará más que de nuestro lado y toda comunicación se habrá perdido. ¿Comunicación con qué, para qué? En fin, sigamos leyendo; a lo mejor Heisenberg..."
Julio Cortázar

Diremos pues.... diremos.....

 “Diremos, pues, que estoy loco. Concedo, por lo menos, que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el estado de razón lúcida, que no puede discutirse y pertenece a la memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado de sombra y duda, que pertenece al presente y a los recuerdos que constituyen la segunda era de mi existencia. Por eso, creed lo que contaré del primer período, y, a lo que pueda relatar del último, conceded tan sólo el crédito que merezca; o dudad resueltamente, y, si no podéis dudar, haced lo que Edipo ante el enigma.”
 Eleonora (fragmento)
Edgar Alan Poe 

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Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.

Duele el amor si pasa 
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.

El desamor no duele. Es visita esperada. 
No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.

Somos así, mortales
irremediablemente,
sin duda acostumbrados 
a que todo termine.

 (De Porque no somos dioses,
Irene Sánchez Carrón

Michael Rivero


“La mayoría de la gente prefiere creer que sus líderes son justos e imparciales incluso ante la evidencia de lo contrario, porque una vez que el ciudadano ha reconocido que el gobierno bajo el que vive es mentiroso y corrupto, tiene que decidir qué va a hacer al respecto. Emprender la acción ante un gobierno corrupto supone un riesgo para la propia vida y la de las personas queridas. La mayoría de la gente no tiene la valentía necesaria para afrontar esa elección. De ahí que la mayor parte de la propaganda no esté diseñada para engañar al pensador crítico sino sólo para dar una excusa a los cobardes morales para no pensar en absoluto.”

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