No busco
nada.
A nadie
aguardo en este día.
Esperar
es una de las raras
estratagemas
de Dios
para
detenernos en un punto.
Mi país:
montaña
verde y lluvia.
imaginada,
que ahora
está vedada a mis ojos.
Busco la
intensa reflexión:
la de los
libros amigos,
la luz
interna que preciso para vivir,
el candil
de oro,
el
Eclesiastés y la paciencia de Job.
A mi edad
y en un país de lluvia,
el
claustro es una elección.
Ahí se
pierden los contornos.
La vida
se diluye en un ir y venir
del
trabajo al café,
del café
a la taberna.
Busco la
infancia que soy:
la
llanura, la sombra del árbol gigantesco,
el único
mar sin fondo,
el
caballo desbocado en su furia,
el verdor
de la montaña junto al cielo.
Me gusta
quedarme a solas
sintiendo
como la sangre me nutre de nuevas vestiduras.
A solas
me pertenezco.
No hay
dicotomía entre el espejo y yo.
Una vive
y la otra sueña.
Mía Gallegos