lunes, 13 de agosto de 2012

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Porqué no soy budista...

Amo el deseo, el estado de necesidad y de saber
adquirir; construir un reino en el alma 
requiere del deseo. Amo las cosas que anhelo: 
tú en tu bata de baño sin amarrar, las lenguas de efectivo que cuelgan 
de mi billetera; y amo lo que quiero: ropa,
casas, redenciones. ¿Acaso un traje  nuevo color malva 
equivale a Dios? Oh, no, el deseo tiene jerarquías. Perder 
una pluma amada no es igual a perder la fe. El deseo pertinaz 
por un pastel de nuez es menos apremiante que la muerte,
pero  el pastel en su plato adquiere un significado,
incluso cuando el amor peligra y ya nada importa.
Para mi madre, salud, para mi hermana, desposeída, 
entereza. Pero ¿por qué el deseo es sufrimiento?
¿Por qué la carencia deja al mundo en harapos?
¿De qué otra manera si no en harapos debe estar el mundo?
Una casa con un portal rodeado de columnas en lo alto sobre un lago.
Ten, aquí está tu dinero. Un rostro amado en agonía, 
el espíritu se ha marchado. Ten, usa mis harapos de amor.

Molly Peacock

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