“Cuando he estado una temporada sin placer y
sin dolor y he respirado la tibia e insípida soportabilidad de los
llamados días buenos, entonces se llena mi alma infantil de un sentimiento
tan doloroso y de miseria, que al adormecido dios de la semisatisfacción
le tiraría a la cara satisfecha la mohosa lira de la gratitud, y más me
gusta sentir dentro de mí arder un dolor verdadero y endemoniado que esta
confortable temperatura de estufa. Entonces se inflama en mi interior un
fiero afán de sensaciones, de impresiones fuertes, una rabia de esta vida
degradada, superficial, esterilizada y sujeta a normas, un deseo frenético
de hacer polvo alguna cosa, por ejemplo, unos grandes almacenes o una
catedral, o a mí mismo, de cometer temerarias idioteces, de arrancar la
mascara a un par de ídolos generalmente respetados, comprar un boleto al
olvido o al no me importa, de seducir a una jovencita o retorcer el
pescuezo a varios representantes del orden social burgués. Porque esto es
lo que yo más odiaba, detestaba y maldecía principalmente en mi fuero
interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este cuidado
optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera disciplina de todo
lo mediocre, normal y corriente.”
"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo quietecita en la vitrina, sino siempre la asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día" F.Savater
-
" Cargados con experiencia de vida, memorias de trabajo, buenos tiempos y pesares, cada uno con su carga especial; y es nuestro común d...
-
Detesto al lector que ha pagado por su libro, al espectador que ha comprado su butaca, y que a partir de allí aprovecha el blando almohadón ...