¿Dónde
estaba la medida justa e los sentimientos? ¿Se podía hablar de cantidades, de
mediciones, de porcentajes, como en la aritmética?. Odio un treinta por ciento,
amo un cincuenta por ciento. Me permito el cincuenta y ocho por ciento de
placer o el veinticinco por ciento de tristeza. ¿Hasta qué punto era lícito el
odio, la ira, el dolor, la frustración? ¿Podían ser considerados como iguales
los contrarios? ¿Amor y odio, por ejemplo? ¿Placer y dolor? ¿Había un orden en
el momento de valorar los sentimientos? ¿Existían sentimientos buenos,
regulares y malos como en las calificaciones que daban en los colegios?
¿Excelente, pasable y mediocre? Si el sentimiento se desboca, ¿la razón tenía
la gran respuesta? "Todo exceso lleva ala destrucción" ¿Podía
aplicarse esa premisa a todas las emociones? Necesitaba que existiera un
valorador, una máquina, un ente superior, un algo que equilibrara al ser humano
para que no sufriera.
Fragmento de "Ella que todo lo
tuvo"-Angela Becerra