domingo, 23 de septiembre de 2007

Jorge Luis Borges


Ya no es mágico el mundo.
Te han dejado.


Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines:
Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.


Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor.


Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde ( repites vanamente )
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.


Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.


Ya no seré feliz.
Tal vez no importa.

Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar.
La vida es corta
y aunque las horas son tan largas,
una
oscura maravilla nos acecha,

la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor.


La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.


Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.



EL INSTANTE
¿Dónde estarán los siglos,
dónde el sueño de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?


El presente está solo.


La memoria erige el tiempo.


Sucesión y engaño es la rutina del reloj.
El año no es menos vano que la vana historia.
Entre el alba y la noche hay un abismo de agonías,
de luces, de cuidados; el rostro que se mira en los gastados
espejos de la noche no es el mismo.

El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.

...