miércoles, 31 de diciembre de 2014

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Sin darse cuenta, había aprendido a mendigar. Tímidamente, suplicó que le diera algo. Su mirada hambrienta delataba las famélicas, largas noches con el corazón vacío, arrinconado en lo más oscuro de la habitación.

- !Dime algo bonito...! le susurró al oído.

- A ver.. algo bonito...


Buscó un mendrugo, unas migajas, algún sobrante en el alma, sin éxito, pues le habían vaciado.
Dio vuelta a los bolsillos y encontró NADA, la partió en dos y ella se alejó feliz.

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