Sin darse cuenta, había aprendido a mendigar. Tímidamente, suplicó que le diera algo. Su mirada hambrienta delataba las famélicas, largas noches con el corazón vacío, arrinconado en lo más oscuro de la habitación.
- !Dime algo bonito...! le susurró al oído.
- A ver.. algo bonito...
Buscó un mendrugo, unas migajas, algún sobrante en el alma, sin éxito, pues le habían vaciado.
Dio vuelta a los bolsillos y encontró NADA, la partió en dos y ella se alejó feliz.
"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo quietecita en la vitrina, sino siempre la asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día" F.Savater
miércoles, 31 de diciembre de 2014
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" Cargados con experiencia de vida, memorias de trabajo, buenos tiempos y pesares, cada uno con su carga especial; y es nuestro común d...
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Detesto al lector que ha pagado por su libro, al espectador que ha comprado su butaca, y que a partir de allí aprovecha el blando almohadón ...