No puedo encerrarte:
eres la calle llena de gorriones y de locos.
No puedo ordenarte:
eres un amasijo oscuro de humedad lasciva.
No puedo alcanzarte:
eres el caballo que galopa sin destino.
No puedo amarte:
eres el saco de los miedos de la gente de bien.
No puedo pensarte:
eres la idea que me tiraniza en el insomnio.
Sin embargo, te puedo conocer:
eres como yo, con otra piel.