Me levanté
a beber un vaso de
agua
Y allí,
a las tres de
la madrugada,
con la vista clavada
en el suelo
y el sonido de la
nevera
como música de
fondo,
sólo Dios sabrá por
qué
decidí hacer balance
de mi vida.
Tuve suerte: el
sueño
llegó enseguida.
Karmelo Iribarren