La para siempre seguridad de estar de más en el lugar en donde los otros respiran.
De mí debo decir que estoy impaciente porque se me dé un desenlace menos trágico que el silencio. Feroz alegría cuando encuentro una imagen que me elude.
Desde mi respiración desoladora yo digo:
que
haya
lenguaje
en donde
tiene
que
haber silencio.
Alguien no se enuncia.
Alguien no se enuncia.
Alguien no puede asistirse.
Y tú no quisiste reconocerme cuando te dije lo que había en mi, que eras tú.
Ha tornado el viejo terror: haber hablado nada con nadie.