Con penurias, pero felices. Ella lo recordaba como
un tiempo en el que, a pesar de estrecheces, le afloraba la risa. Estando
embarazada de mí, una vez -una de tantas- que lo que había en los platos era
bien escaso, mi padre le arrimó el suyo y le dijo: "Tienes que
alimentarte, yo me como tu risa".
JUAN COBOS WILKINS, El corazón de la tierra