martes, 21 de agosto de 2012

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Donde mi piel se junta con mi alma
donde mis sueños se acuestan en la noche
donde mis ojos se amarran en el cielo
allí, en ese espacio sin espacio,
allí mismo estoy parada casi siempre.
Magda Massacese 

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Confieso necedad en incontables ocasiones, 
Compulsión, afecto por conductas delirantes. 
Disforia complicada con amnesia. 
Andar en busca de la muerte, 
Así tan lentamente que no duele. 

Confieso el albedrío de amarras de un velero 
que se retuerce y gime. 
Confieso un auto gol, 
Un golpe de estado a mí misma. 
Y que el problema de la vida 
no sea más que el cariño. 

Confieso viajar adentro,
muy adentro, 
en este universo que no admite autodidactas. 
Respirar en forma de suspiros. 
Confieso no haber sido parte del enjambre. 
No pertenecer a la manada. 

Liliana León Trujillo 

Nada personal... ni se asusten.


“Cuando he estado una temporada sin placer y sin dolor y he respirado la tibia e insípida soportabilidad de los llamados días buenos, entonces se llena mi alma infantil de un sentimiento tan doloroso y de miseria, que al adormecido dios de la semisatisfacción le tiraría a la cara satisfecha la mohosa lira de la gratitud, y más me gusta sentir dentro de mí arder un dolor verdadero y endemoniado que esta confortable temperatura de estufa. Entonces se inflama en mi interior un fiero afán de sensaciones, de impresiones fuertes, una rabia de esta vida degradada, superficial, esterilizada y sujeta a normas, un deseo frenético de hacer polvo alguna cosa, por ejemplo, unos grandes almacenes o una catedral, o a mí mismo, de cometer temerarias idioteces, de arrancar la mascara a un par de ídolos generalmente respetados, comprar un boleto al olvido o al no me importa, de seducir a una jovencita o retorcer el pescuezo a varios representantes del orden social burgués. Porque esto es lo que yo más odiaba, detestaba y maldecía principalmente en mi fuero interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente.” 


Hermann Hesse

uuuuuuuuuuuuuuh




"La vida en la tierra sale bastante barata",
"Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
 Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
 Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo".
Szymborska

Nada. sólo nada.


No busco nada.
A nadie aguardo en este día.

Esperar es una de las raras
estratagemas de Dios
para detenernos en un punto.

Mi país:
montaña verde y lluvia.
Un caballo se pierde en la llanura
imaginada,
que ahora está vedada a mis ojos.

Busco la intensa reflexión:
la de los libros amigos,
la luz interna que preciso para vivir,
el candil de oro,
el Eclesiastés y la paciencia de Job.

A mi edad y en un país de lluvia,
el claustro es una elección.

Ahí se pierden los contornos.
La vida se diluye en un ir y venir
del trabajo al café,
del café a la taberna.

Busco la infancia que soy:
la llanura, la sombra del árbol gigantesco,
el único mar sin fondo,
el caballo desbocado en su furia,
el verdor de la montaña junto al cielo.

Me gusta quedarme a solas
sintiendo como la sangre me nutre de nuevas vestiduras.

A solas me pertenezco.
No hay dicotomía entre el espejo y yo.
Una vive y la otra sueña.
Juntas recordamos a un hombre.
Juntas hemos escrito estos versos.

Mía Gallegos

Muy bueno....


En la cafetería 
del centro comercial-esta mañana-
una mujer en el espejo, mirándome
como si fuese yo el responsable
de todo lo que le pasa,de todo lo que nunca 
le ha pasado.
No le doy más importancia.
Sólo necesita un culpable,y hoy me ha tocado a mí.

 Karmelo C. Iribarren

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¿Dónde estaba la medida justa e los sentimientos? ¿Se podía hablar de cantidades, de mediciones, de porcentajes, como en la aritmética?. Odio un treinta por ciento, amo un cincuenta por ciento. Me permito el cincuenta y ocho por ciento de placer o el veinticinco por ciento de tristeza. ¿Hasta qué punto era lícito el odio, la ira, el dolor, la frustración? ¿Podían ser considerados como iguales los contrarios? ¿Amor y odio, por ejemplo? ¿Placer y dolor? ¿Había un orden en el momento de valorar los sentimientos? ¿Existían sentimientos buenos, regulares y malos como en las calificaciones que daban en los colegios? ¿Excelente, pasable y mediocre? Si el sentimiento se desboca, ¿la razón tenía la gran respuesta? "Todo exceso lleva ala destrucción" ¿Podía aplicarse esa premisa a todas las emociones? Necesitaba que existiera un valorador, una máquina, un ente superior, un algo que equilibrara al ser humano para que no sufriera.


Fragmento de "Ella que todo lo tuvo"-Angela Becerra

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