Rhoda
(la escena se da en un restaurant en donde se van a juntar los seis protagonistas de la novela The Waves luego de un tiempo de no verse. Rhoda es la última en llegar)
Si yo pudiera creer, dijo Rhoda, que hay que envejecer buscando y cambiando, debería liberarme de mi miedo: nada persiste. Un momento no lleva a otro. La puerta se abre y el tigre pega el salto. Ustedes no me vieron llegar. Di una vuelta alrededor de las sillas para evitar el horror del salto. Tengo miedo de todos ustedes. Le tengo miedo al choque de la sensación que salta encima mío porque no puedo manejarlo como ustedes lo hacen – no puedo hacer que un momento se una al siguiente. Para mí cada uno es violento; cada uno está separado; y si caigo bajo el choque del salto del momento ustedes van a estar encima mío, deshaciéndome a pedazos. No hay ninguna meta o final a la vista. No sé como ir minuto a minuto ni de hora en hora, ni resolverlos gracias a alguna fuerza natural hasta que formen esa total e indivisible masa que ustedes llaman vida. Porque tienen una meta a la vista: ¿una persona junto a quien sentarse, una idea, su propia belleza? No lo sé, sus días y horas pasan como las ramas de los árboles del bosque y el suave verde del bosque se sube a un perro de caza que corre persiguiendo un aroma. Pero no hay ni un solo aroma ni un solo cuerpo para que yo lo siga. Y no tengo un rostro. Soy como la espuma que se desliza sobre la playa o la luz de la luna que cae como flechas ahora sobre una latita, ahora sobre la espina de una planta, o en un hueso o en un bote medio comido. Soy llevada hasta las cavernas, me agito como una hoja contra corredores interminables y debo presionar mi mano contra la pared para descorrerme.
Pero como por sobre todas las cosas quiero tener un alojamiento, pretendo, mientras subo las escaleras poniéndome detrás de Jenny y Susan, que tengo una meta a la vista. Me subo las medias tal como ellas se las suben. Espero que ustedes hablen y luego hablo como ustedes. Soy llevada por Londres hasta un punto particular, un lugar particular, no para verte a vos o a vos o a vos, sino para encender mi fuego en esta hoguera general que ustedes encienden, ustedes que viven completamente, sin divisiones, sin que les importe.
de la novela Las Olas