sábado, 11 de julio de 2009




Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón. Que nos espere ufano en los viejos desvanes, que desnude el pasado y desarme el dolor . Prodigioso / sencillo / dueño de su silencio. Alguien que esté en el barrio donde nacimos o que por lo menos cargue nuestros remordimientos hasta que la conciencia nos cuelgue su perdón. Cómplice del trasmundo nos defiende del mundo, del sablazo del rayo y las llamas del sol. Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón.


Mario Benedetti

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