Lo importante es la acción, no el resultado de la acción. Debes hacer lo correcto. Tal vez no esté dentro de tu capacidad, tal vez no esté dentro de tu tiempo que haya algún resultado.
GANDHI
"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo quietecita en la vitrina, sino siempre la asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día" F.Savater
martes, 21 de julio de 2009
domingo, 19 de julio de 2009
EL MUNDO (Eduardo Galeano)
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.-El mundo es eso - reveló - Un montón de gente, un mar de fueguitos.Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.No hay dos fuego iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
....
ENTRE DOS VACÍOS
Si uno piensa en la nada que lo
precedió
no puede evitar un desasosiego
que nos va cortando tajadas de
vida
no es fácil concebir dónde estarán
los insomnios las lágrimas los goces
todo eso que estuvo en nuestras manos
y que creímos era para siempre
al fin comprendimos que la
eternidad
era una rendija entre dos
sombras
todo se va pero no siempre
vuelve
abracemos eso que tuvimos
y que acaso tenemos todavía
miro hacia atrás y poco veo
miro hacia delante y es la niebla
admito que estoy entre dos vacíos
con prudencia marco bien las
huellas por donde regresaré con mi
nostalgia
pondré atención porque el paisaje
es mío y yo quiero viajar con mi paisaje .
Mario Benedetti
ESPERANDO NADA
Si uno piensa en la nada que lo
precedió
no puede evitar un desasosiego
que nos va cortando tajadas de
vida
no es fácil concebir dónde estarán
los insomnios las lágrimas los goces
todo eso que estuvo en nuestras manos
y que creímos era para siempre
al fin comprendimos que la
eternidad
era una rendija entre dos
sombras
todo se va pero no siempre
vuelve
abracemos eso que tuvimos
y que acaso tenemos todavía
miro hacia atrás y poco veo
miro hacia delante y es la niebla
admito que estoy entre dos vacíos
con prudencia marco bien las
huellas por donde regresaré con mi
nostalgia
pondré atención porque el paisaje
es mío y yo quiero viajar con mi paisaje .
Mario Benedetti
ESPERANDO NADA
sábado, 11 de julio de 2009
PERO HAY QUE SABER ELEGIR
¿Cuántas veces hemos confundido la bravura con las ganas de morir?La histeria no es la historia ni un revolucionario es un enamorado de la muerte.La muerte, que un par de veces me tomó y me soltó, a menudo me llama todavía y yo la mando a la puta madre que la parió.
GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMA
GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMA
¿Seremos capaces de aprender la humildad y la paciencia?Yo soy el mundo, pero muy chiquito. El tiempo de un hombre no es el tiempo de la historia, aunque a uno, hay que reconocer, le gustaría.
GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMAEscribir, ¿tiene sentido? La pregunta me pesa en la mano.Se organizan aduanas de palabras, quemaderos de palabras, cementerios de palabras. Para que nos resignemos a vivir una vida que no es la nuestra, se nos obliga a aceptar como nuestra una memoria ajena. Realidad enmascarada, historia contada por los vencedores: quizás escribir no sea más que una tentativa de poner a salvo, en el tiempo de la infamia, las voces que darán testimonio de que aquí estuvimos y así fuimos. Un modo de guardar para los que no conocemos todavía, como quería Espriu, "el nombre de cada cosa". Quien no sabe de dónde viene, ¿cómo puede averiguar adonde va?
GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMA
GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMAEscribir, ¿tiene sentido? La pregunta me pesa en la mano.Se organizan aduanas de palabras, quemaderos de palabras, cementerios de palabras. Para que nos resignemos a vivir una vida que no es la nuestra, se nos obliga a aceptar como nuestra una memoria ajena. Realidad enmascarada, historia contada por los vencedores: quizás escribir no sea más que una tentativa de poner a salvo, en el tiempo de la infamia, las voces que darán testimonio de que aquí estuvimos y así fuimos. Un modo de guardar para los que no conocemos todavía, como quería Espriu, "el nombre de cada cosa". Quien no sabe de dónde viene, ¿cómo puede averiguar adonde va?
GUERRA DE LA CALLE, GUERRA DEL ALMA
Persigo a la voz enemiga que me ha dictado la orden de estar triste. A veces, se me da por sentir que la alegría es un delito de alta traición, y que soy culpable del privilegio de seguir vivo y libre.Entonces me hace bien recordar lo que dijo el cacique Huillca, en el Perú, hablando ante las ruinas: "Aquí llegaron. Rompieron hasta las piedras. Querían hacernos desaparecer. Pero no lo han conseguido, porque estamos vivos y eso es lo principal". Y pienso que Huillca tenía razón. Estar vivos: una pequeña victoria. Estar vivos, o sea: capaces de alegría, a pesar de los adioses y los crímenes, para que el destierro sea el testimonio de otro país posible.A la patria, tarea por hacer, no vamos a levantarla con ladrillos de mierda. ¿Serviríamos para algo, a la hora del regreso, si volviéramos rotos?Requiere más coraje la alegría que la pena. A la pena, al fin y al cabo, estamos acostumbrados.
Cuántas veces he sido un dictador? ¿Cuántas veces un inquisidor; un censor, un carcelero? ¿Cuántas veces he prohibido, a quienes más quería, la libertad y la palabra? ¿De cuántas personas me he sentido dueño? ¿A cuántas he condenado porque cometieron el delito de no ser yo? ¿No es la propiedad privada de las personas más repugnante que la propiedad de las cosas? ¿A cuánta gente usé, yo que me creía tan al margen de la sociedad de consumo? ¿No he deseado o celebrado, secretamente, la derrota de otros, yo que en voz alta me cagaba en el valor del éxito? ¿Quién no reproduce, dentro de sí, al mundo que lo genera? ¿Quién está a salvo de confundir a su hermano con un rival y a la mujer que ama con la propia sombra?
(c) Eduardo Galeano en “Guerra de la calle, Guerra del alma”
(c) Eduardo Galeano en “Guerra de la calle, Guerra del alma”
"La materia de nuestros sueños
viene de esas profundidades que ignoramos.
viene de esas profundidades que ignoramos.
A veces hay unos abismos
un poco tenebrosos y otras veces un mundo
de puras banalidades,
pero es nuestra personalidad secreta
la que sale en nuestras fantasíasy en nuestros sueños.
Hay una dimensión de la que muchas vecesno somos
y no queremos ser conscientes".
Mario Vargas Llosa
Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón. Que nos espere ufano en los viejos desvanes, que desnude el pasado y desarme el dolor . Prodigioso / sencillo / dueño de su silencio. Alguien que esté en el barrio donde nacimos o que por lo menos cargue nuestros remordimientos hasta que la conciencia nos cuelgue su perdón. Cómplice del trasmundo nos defiende del mundo, del sablazo del rayo y las llamas del sol. Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón.
Mario Benedetti
Este miedo de estar consigo mismo, Esta necesidad de otra presencia. Este afiebrado huir de toda ausencia, Este opaco vivir, sin heroísmo. Sentirse triste así, pero asimismo Culpablemente triste en la apetencia: Impaciencia que busca otra impaciencia, Egoísmo que encuentra otro egoísmo. Esta tremenda soledad lograda Frente a otra soledad inesperada, Este silencio en el silencio largo: Esta tremenda soledad furtiva Frente a su soledad definitiva: Este amor sin amor, disfraz amargo. Necesidad de amor Necesidad de amar: desesperada inquietud sin descanso ni sosiego que modera su ímpetu andariego solamente fugaz encrucijada. Necesidad de amor inacabada. Arder sin consumirse en todo fuego, dar sin darse jamás, con desapego, buscar, ceder, huir... Y luego, nada. Necesidad de amor que como un ciervo a su embrujo infernal, encadenado, mantiene el ser en la bárbara tortura. Y le deja al final el gusto acerbo de algún fruto prohibido mal gustado y una sed insaciable de ternura.
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