sábado, 3 de noviembre de 2007


Zagajewski:



No puedo situar una cuadra en el planeta, ubicar ahí una esquina donde colocar la casa de mi recuerdo. Será por eso que su adhesión al mundo es musical. Los animales de polis tendrán cuadros, esculturas y, obviamente edificios para hospedar sus memorias entrañables. Nosotros, incapaces de ubicar nuestro domicilio emocional, tenemos sonatas, canciones, conciertos. “La música ha sido creada para la gente sin hogar porque es el arte que menos unido está a un lugar concreto. Es sospechosamente cosmopolita.” La poesía de Zagajewski está ligada por ello a la vivencia de extranjería: humos, nubes, sueño y a la música.

Entre el ordenador, el lápiz y la máquina de escribir se me escapa medio día. Algún día sumará medio siglo.
Vivo en ciudades extranjeras y a veces con personas extranjeras hablo sobre cosas que me son extrañas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En ella encuentro tres elementos, fuerza debilidad y dolor.
El cuarto no tiene nombre.

La nación de la memoria es sonora. Acordes, recuerdos. Ciudades ajenas que celebran festivales extraños: amores atados con notas:


La voz de una cantante negra de blues
nos penetraba como brillante acero,
aunque nos alcanzara en la calle,
en una ciudad sucia, polvorienta.

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