martes, 9 de septiembre de 2014

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Yo no pertenezco más que al universo
donde todos los otros observan y se burlan.
Yo no soy de discursos entre copas,
ni de halagos nocturnos,
ni soy perro de presa.
Yo jamás me puse el nombre del río que miro
con la finalidad turbia de mentirle,
ni me abrigué a la sombra
de este tráfago urbano que a ninguno facilita los días.
Tal vez por eso mi palabra permanece oculta
en unos quince libros que yacen y me aguardan
y que hacen decir a las voces que llegan de otros rumbos
que esta latitud me será siempre incierta y siempre ajena.
Yo no sé por qué es tan odiado el silencio
y por qué hay quienes rezan
la obvia afirmación de que no existo.
Tal vez sea el trópico,
tal vez saben que algo en mí viene del sur
–imperdonable agravio
para una tierra que se quiere al norte–.
Tal vez soy
demasiada palabra para poco recinto.
Después de todo,
mi reino puede no ser de este mundo
y cualquier parecido
de todo cuanto he dicho
con la realidad
ser mera coincidencia.



Lourdes Sifontes Greco

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