viernes, 17 de enero de 2014

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Te preguntas por qué diciembre te eligió a ti entre tanta gente mientras te pintas los ojos para ver si cambia el mundo. Tiras las preguntas sobre la cama como quien vacía un bolso en ella y te viene a la cabeza el día en que rompisteis y se os atravesó el destino en la garganta. Vuelves a los mismos pensamientos una y otra vez y vas haciendo tu lista de reproches contra el mundo. Te gustaría volver a una región sin sobresaltos pero la niñez es sólo una foto amarilla. Poco a poco se va haciendo de noche, la tarde lo va llenando todo de cuervos y el destino no clava ningún mensaje en tu contestador. Le das alguna calada más al fracaso, ese cigarro inacabable, intentas esquivar las preguntas una y otra vez, como a un invitado que no se da por aludido cuando acaba la fiesta y no quiere marcharse. Buscas el interruptor para apagar tu cabeza y hallas refugio en una serie tonta americana. Piensas en todo lo que le dirías si le volvieras a tener enfrente y te recolocas la tristeza en el pelo. Sé que no pides consejo a nadie porque corres el riesgo de que alguien te diga la verdad. Vives esperando un volantazo del destino harta de echar de menos el cuerpo al que renunciaste. Entonces ignorabas que esto pasaría y que echar de menos es renunciar al presente. El día pasará y la vida seguirá, ganarán los mismos perderán los de siempre, y quizá, si eres paciente, si dejas de correr –y te perdonas– la vida deje de ser ese autobús que se escapa justo cuando llegabas a la parada. Marwan -<>

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