Entonces uno de ellos abrió la botella y escanció el néctar de los dioses en los respectivos vasos, los mismos en donde antes habíamos bebido mezcal, lo que según algunos es señal de dejación y según otros una exquisitez de los mil demonios pues al estar el cristal, digamos, lacado con el mezcal, el tequila se encuentra más a gusto, como si a una mujer desnuda la vistiéramos con un abrigo de piel. ¡Salud, pues!, dije.
ROBERTO BOLAÑO, Los detectives salvajes.