domingo, 10 de abril de 2011

José Luis Zuñiga... los poetas nunca mueren...


Hay un tiempo que pasa, como tal, y hay otro que se
acompasa, se pasa con alguien o con algo. En la música hay tiempos en compases,
pero si hablamos de climatología no hay, hace, buen tiempo o malo. Hay tantos
tiempos que escribir sobre el tiempo puede llegar a ser un ejercicio casi
metafísico.

carpe diem
Precisamente ahora
estoy trazando el rumbo de mi vida.
Ahora, cuando me estalla en la cabeza
toda la petulancia de saberme
vivido siempre atado y bien atado.
Sentado aquí, el gesto adormecido
frente a la taza blanca en que aún humea
esa infusión que tomo cada tarde,
trazo rumbos y escalas.
¡Ay, vana pretensión del astrolabio!
Precisamente ahora
pienso romper los mapas de mi vida.

amistades peligrosas

Ciertas noches no sirven los fotones
ni como tema de conversación.
Ciertas noches —sin ir más lejos, hoy—
sólo sirven las buenas compañías,
la simple voz que cuenta cómo le va la vida
y te pregunta o no, pero te escucha;
sirven las caminatas por callejuelas húmedas,
la esquina que ilumina una farola rota,
el cigarrillo de las confidencias,
los burdeles vacíos de un sábado en la noche.
Ciertas noches no sirven los fotones,
con un hasta mañana va de sobra.
Ciertas noches dan pena. Pero la noche avanza
y te sientes a gusto entre nuevos abrazos,
entre gente que vive, que respira contigo
sin tú saberlo apenas. Y entonces te das cuenta
de la futilidad de los fotones.
Puedo hablar de fotones con cierta autoridad,
pero prefiero hablar del pan con queso,
que es mucho más amable. Quede claro
que me gusta la gente propensa a la ternura,
sencilla, transparente: nunca doble.
Normalmente, en este juego de vivir la vida,
me juego el corazón a todo o nada
y pierdo siempre, menos cuando gano.
Hoy me tocó ganar. Otros perdieron.




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