Mis certezas desayunan dudas.
Y hay días en que me siento extranjero en Montevideo y en cualquier otra parte.
En esos días, días sin sol, noches sin luna,
ningún lugar
es mi lugar
y no consigo reconocerme en nada,
ni nadie.
Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido.
Entonces no estoy donde estoy.
Dejo mi cuerpo,
y me voy,
lejos,
a alguna parte,
y no quiero estar con nadie,
ni siquiera conmigo,
y no tengo ni quiero tener,
nombre ninguno:
entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.
E.Galeano