El primer amigo profundo del hombre fue, pues, sin duda, la mujer: la mujer antes de serlo; cuando era solo hembra, escogida al azar, para satisfacer el hambre del instinto, a medida que este urgia. Pero una manana remota y memorable, cuya fecha representa infinitamente mas para el progreso humano que todos los descubrimientos de nuestros siglos, ocurrio este maravilloso suceso: al levantarse el hombre, bronco e hirsuto, de su lecho de hierbas, despues de haber cumplido con la hembra que estaba a su alcance la ley del instinto; reposado por el sueno de esa tristeza que invade al animal despues de amar, se sintio transido de una tristeza mayor, que era el tener que abandonarla. Y volviendose a ella, que aun dormia, brillo en sus ojos, desde el fondo de las cuencas redondas, por primera vez en la historia del mundo, una luz maravillosa, que era el amor; que solo se enciende cuando el impetus del instinto se ha apagado, por que se ha satisfecho.
Obras completas, tomo IX, Espasa Calpe, Madrid, 1973.
"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo quietecita en la vitrina, sino siempre la asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día" F.Savater
martes, 1 de enero de 2008
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